Este es un día en que muchos beatlemaníacos se pueden volver locos de cólera, otros dirán que es lo mejor que le pudo pasar al muchacho. Lennon se acaba de casar -en segundas nupcias- con una japonesita que se llama Yoko Ono, chica del avant-garde, de malas pulgas, que terminó convenciendo al héroe de que sería su musa inspiradora. Y así sería. Si no fuera por Yoko, Lennon se habría pegado una sobredosis con Morrison, Janis y Hendrix.
Serán macanas eso de que separó a los Beatles y todo, aunque igual la señorita hinchaba las pelotas metiéndose en el estudio, opinando sin que nadie la soportara. Allí sólo entraban los buenos de Mal Evans y Neil Aspinall. Otro bueno, Peter Brown, autor de una de las mejores y sencillas biografías de los 4 Fab, fue testigo de esta boda donde ambos freaks vestían de blanco.
La canción para esta ocasión es obvia y las imágenes son las registradas en el mentado donde, por cierto, no estábamos invitados.
Entradas
No hay comentarios:
Publicar un comentario